sábado, 13 de enero de 2024

El 'tonteo' del Bundesbank con su propio rescate acaba bien para el contribuyente

 



  • El FMI calcula que los bancos centrales europeos perderán 55.000 millones en 2 años
  • El Bundesbank asegura que no necesitará un rescate: tiene reservas suficientes
  • La cuestión del 'QE' ya generó una crisis judicial entre Alemania y Europa en 2018 y 2020



Los bancos centrales europeos están sufriendo las consecuencias de sus políticas de estímulo de los últimos años, en forma de pérdidas contables que, en algunos casos, como el del Bundesbank alemán, les secarán las provisiones que tenían guardadas para cubrir esta contingencia. La pasada Navidad el Fondo Monetario Internacional (FMI) puso cifras a las pérdidas que tendrán que enfrentar estos organismos: 55.000 millones entre 2023 y 2024. Aunque el banco central alemán admite que tendrá que hacer uso de los 19.200 millones que le quedan en provisiones, y que estas no serán suficientes, también asegura que no tendrá que ser rescatado, en un momento en el que la elaboración de los presupuestos en Alemania ha generado una crisis entre el gobierno y el Tribunal Constitucional.

La cuestión del 'QE' siempre ha sido espinosa en Alemania. Desde sus inicios ha cosechado fuertes críticas entre los políticos menos europeístas del país, al considerar estos que el Banco Central Europeo se excede en su mandato, ya que financia a los distintos gobiernos de la zona euro, algo que el organismo tiene prohibido. El programa se diseñó desde un principio para contrarrestar las presiones desinflacionistas que sufría la economía europea, y se basó en compras masivas de deuda pública y corporativa en la zona euro, unos títulos de renta fija que quedarían almacenados en el balance de activos de los bancos centrales, algo que ha tenido consecuencias en 2023.

Al ser un programa con el que se financia a los distintos países la cuestión ha llegado a elevarse a las más altas instituciones judiciales de Alemania y Europa en los últimos años: en 2018 se produjo un encontronazo entre el Constitucional alemán y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), después de que el primero consideró, tras una denuncia de ciudadanos y políticos alemanes, que el programa de compras de deuda era inconstitucional en Alemania. El BCE, por su parte, siempre alegó que no había conflicto ya que las compras se hacían siguiendo la regla de capital: se compró deuda en proporción a la contribución que hacía cada país en Europa, por lo que no se estaría financiando a ningún país por encima de los otros.

El conflicto se solucionó con el TJUE avalando el uso de esta herramienta por parte del BCE, y el Constitucional alemán asumiendo la sentencia. Este encontronazo judicial tuvo potencial de generar una crisis grave en Europa, al haber enfrentado a dos de las máximas autoridades judiciales de todo el Viejo Continente, y aunque se solucionó en aquel momento, no supuso el final del debate. Ahora, el problema es que el QE está teniendo efectos secundarios en las cuentas de los bancos centrales.

Un agujero de 55.000 millones

Hace dos semanas, a finales de diciembre, el Fondo Monetario Internacional publicó un estudio en el que anticipaba que las instituciones monetarias de la zona euro sufrirán pérdidas de 55.000 millones de euros entre 2023 y 2024, destacando al Bundesbank por encima del resto de bancos centrales nacionales. El escenario de pérdidas, según el FMI, no se solucionaría hasta el año 2026.

Las pérdidas a las que se enfrentan los bancos centrales son derivadas de la caída en el valor de los activos que acumula en su balance, esos títulos de renta fija soberana y corporativa que adquirió durante los años de estímulos. La subida de tipos de interés que ha llevado a cabo el propio BCE en 2022 y 2023, la más rápida de la historia para la institución europea, ha hundido el precio de estos títulos, lo que ha generado las pérdidas que ha sufrido el Bundesbank en 2022. Durante ese año el banco central tuvo que hacer uso de más de 1.000 millones de euros en provisiones para dejar el resultado neto del año en equilibrio, y evitar las pérdidas, pero el año 2023, que se contabilizará en los próximos meses, promete dejar un agujero mucho mayor, teniendo en cuenta que se trató del peor año de la historia para los precios de la renta fija.

El propio Bundesbank reconoció el año pasado que las pérdidas a las que se enfrentaría en los próximos ejercicios dejarán a 0 sus provisiones, a pesar de que estas superan los 19.000 millones de euros en este momento. Los peores temores se desencadenaron el año pasado, cuando un informe de la Oficina Federal de Auditoría alemana destacó que era "probable" que el banco central tuviera que ser rescatado.

El Bundesbank se defiende

Un rescate del banco central debido a las consecuencias de un programa del BCE que ha sido muy criticado en el país (para muchos, se trata de financiar los excesos de otros países menos responsables de la zona euro con una inflación futura para toda la Unión Monetaria) llegaría en el peor momento para el gobierno alemán, que está teniendo muchos obstáculos para conseguir aprobar sus presupuestos del año 2024. El principal, el hecho de que el Tribunal Constitucional haya tumbado una partida de 60.000 millones, que en su origen estaba pensada para pelear contra el Covid, pero que finalmente se intentó destinar a apoyar la transición climática en el país.

La ortodoxia fiscal de Alemania es bien conocida, por lo que se puede suponer que una recapitalización forzosa al banco central sería un nuevo bache para el gobierno de Olaf Scholz, y más si el Constitucional alemán volviese a salir al quite y reviviese el conflicto sobre las políticas del Banco Central Europeo. Hay que recordar que el conflicto de 2018 tuvo su réplica en 2020, cuando el Tribunal alemán sentenció que el BCE debía justificar la proporcionalidad del programa de deuda en un periodo de tres meses. El organismo que ya presidía Christine Lagarde en ese momento se remitió al fallo del TJUE del pasado.

Ahora, todo apunta a que el Bundesbank va a evitar a toda costa tener que pasarle la factura de su recapitalización al contribuyente alemán, y tendrá palancas para poder hacerlo. Entre otras, cuenta con un colchón de más de 170.000 millones de euros en reservas de oro y de divisas extranjeras, unos fondos a los que podría acceder para cerrar el año con un balance equilibrado. Y no sería la primera vez: en 1970, la última vez que el organismo tuvo que hacer frente a pérdidas netas, hizo uso de sus reservas para capitalizarse.

Al final, el objetivo de los bancos centrales europeos es mantener la estabilidad de precios, y esta es su única misión como reguladores de la política monetaria de la Unión. El propio FMI echaba el año pasado un capote al Bundesbank: "La naturaleza temporal de las pérdidas en este ciclo sugieren que el BCE intentará convencer a los bancos centrales nacionales para que miren más allá de su balance", explicaba. "Al final, la credibilidad del BCE se sostiene en su habilidad de mantener su objetivo principal: la estabilidad de precios", señala el FMI. De hecho, según el organismo, la situación habría sido peor si no hubiesen actuado como lo hicieron durante los años previos al último repunte inflacionista: "Si bien el impacto temporal en los presupuestos del Eurosistema va a ser importante en los próximos años, la ausencia de esas políticas habría generado un entorno macroeconómico de debilidad que podría haber generado un impacto todavía más negativo en las finanzas públicas", sostienen.


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