lunes, 15 de enero de 2024

Saber qué es la resiliencia: capacidad para superar las adversidades con fortaleza


Foto: iStock.



Hemos pasado de una sociedad sólida a otra líquida. Muchas cosas y hechos actuales flotan difusos, etéreos, zigzagueantes, que se mueven de aquí para allá de forma caprichosa





La sociedad se ha psicologizado. Cualquier acontecimiento de la realidad social, si se analiza en profundidad, tiene un trasfondo psicológico. Dos de las disciplinas médicas que más han crecido en los últimos años en Occidente han sido la psiquiatría y la cirugía estética. Lo que nos revela los cambios sociales ocurridos en esta falda del siglo XXI.

Y al mismo tiempo vivimos tiempos de extravío. Hemos pasado de una sociedad sólida a otra líquida. Muchas cosas y hechos actuales flotan difusos, etéreos, zigzagueantes, que se mueven de aquí para allá de forma caprichosa, y es menester encontrar el sentido y la explicación de lo que está sucediendo.

La vida viene sin manual de instrucciones. Por eso la vida enseña más que muchos libros: es la gran maestra. El pesimismo llama al pesimismo, y la capacidad de superación hace brotar el optimismo. Hay que educar para el esfuerzo, para la lucha, para ser capaces de vencernos a nosotros mismos e ir sacando poco a poco lo mejor que llevamos dentro.

El bombardeo continuo en la sociedad de la información de noticias negativas se vuelve abrumador. Casi todo lo que nos llega en la prensa escrita y hablada está repleto de desaliento. No debemos olvidar que las noticias positivas son escasas, si exceptuamos el fútbol, los acontecimientos deportivos y alguna que otra inauguración.

Últimamente se han hecho muchos trabajos de investigación con rigor que explican qué es la felicidad y cómo vivir sin estrés. Tengo delante algunas escalas de conducta que miden la felicidad, que son instrumentos diseñados para calibrar de forma científica en qué consiste y cuáles son los principales ingredientes que se hospedan dentro de este concepto. Una de las primeras fue diseñada por el inglés Argyle en 1989, a la que luego han seguido varias investigaciones. En ellas se miden el sentido positivo de la vida, la satisfacción, la realización personal, la alegría de vivir, así como la salud física personal y la salud ecológica del país donde uno vive o el ritmo de vida.

Lo primero que tenemos que determinar es en qué consiste la resiliencia. Es un concepto que inicialmente proviene de la física y se refiere a la capacidad de los metales para doblarse sin partirse. Es capacidad para superar las dificultades y reveses de la vida, sin quedarse atrapado en el sufrimiento y el dolor, y salir fuerte y airoso de esa vivencia.

Es un error educar para el éxito y la felicidad. La felicidad es un resultado, es suma y compendio de la vida auténtica, y el éxito siempre es relativo. Hay que educar para el esfuerzo, la lucha deportiva, el espíritu de superación, templar la conducta para crecerse ante las dificultades.

Hay algunos casos históricos de cómo el ser humano puede ser feliz, a pesar de las adversidades de la vida. Los ladrones de la felicidad asoman por doquier, pero si tienes las ideas claras no podrán contigo. Porque más importante que la fortaleza, es la capacidad de adaptación. La felicidad es una forma positiva de mirar la realidad; es una óptica especial que criba lo negativo y tira de lo positivo hacia arriba. Es un saltar airoso sobre los obstáculos. Así vemos historias poderosas como la de Tomás Moro, Boris Cyrulnik, Van Thuan, Nelson Mandela y Vaclav Havel, entre otros.


La resiliencia es equilibrio entre la persona y los factores de riesgo de su entorno


Los niños resilientes son capaces de desarrollar un positivismo mental, una autoconfianza y una simpatía hacia los que sufren, volcándose con ellos para ayudarles. Eso les convierte en adultos responsables, capaces de alcanzar los objetivos que se propongan.

Quiero referirme a un personaje por el que tengo gran pasión, el vietnamita Van Thuan. Sacerdote católico que pasó nueve años solo en una celda, donde cualquier persona hubiera perdido la razón y se hubiera convertido en un vegetal, y cuatro años más con presos comunes. Fue detenido en 1975. Soportó con paciencia las penurias de la cárcel durante esos nueve años y las llamadas terapias de reeducación comunista que en él no hicieron el menor efecto. Se hizo amigo de los carceleros y les dio lecciones de humanismo. En sus dos libros titulados Testigos de esperanza, que es el más importante, y Cinco panes y dos peces, nos habla de esos años, que fueron decisivos para él y que, a pesar de no tener nada, se sentía libre interiormente y feliz con ese tipo de vida que le había tocado.

Vuelve la idea central que he repetido a lo largo de estas líneas: la felicidad es una forma de mirar la realidad, según la óptica de las ideas y creencias que habitan dentro de nosotros. Si el amor es la poesía de los sentidos, la inteligencia es la nitidez de la razón. La felicidad es estar contento con uno mismo al comprobar que uno lucha por ser auténtico. La felicidad es un estado de ánimo positivo, de alegría y gozo interior, al comprobar que uno ha hecho en la vida el mayor bien posible y el menor mal consciente.

Lo que te hace crecer como persona son las derrotas bien asumidas. Nihil difficile volenti, nada es difícil si hay voluntad. Si la voluntad está fuerte, no hay obstáculo que no pueda ser vencido.




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