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Perplexity, una empresa fundada hace año y medio, se dispara por encima de los 500M de valoración tras ser regada de financiación por Bezos y Nvidia. Su negocio, aplicar la IA a las búsquedas. El problema, que otros ya fallaron
Aunque tiene todo un universo de productos, Google sigue siendo conocido principalmente por el buscador que le granjeó fama mundial. En muchos casos, una inmensa mayoría, se ha convertido en sinónimo de navegar por la web y más de uno se sentiría perdido si de un día para otro esa herramienta desapareciera del mapa.
Pero a pesar de ser responsables de haber organizado la información de Internet, los de Mountain View no se libran de las quejas recurrentes porque cada vez es más difícil encontrar lo que uno busca debido a los anuncios, resultados pagados, enlaces a tiendas online o esas granjas de contenido que solo buscan dirigir clics a sus webs para luego pasar por caja gracias a la publicidad.
Son varios los que se han atrevido a lo largo de los últimos años a tratar de moverles la silla prometiendo mayor privacidad o similar, pero nadie lo ha conseguido hasta ahora. Ahora parece abrirse una nueva oportunidad con la inteligencia artificial.
Existe bastante consenso de que esta tecnología puede acabar suponiendo algo más que una simple vuelta de calcetín y que se acabe produciendo una auténtica revolución. La propia Google es consciente del impacto que estos cambios pueden tener y ha mostrado mucha cautela a la hora de introducir estos elementos en el corazón de su negocio, su buscador. Microsoft ha tenido la mano mucho más suelta y no dudó en integrar un chatbot (ahora rebautizado como Copilot) en Bing porque, en realidad, se juega bastante menos.
Pero esto no va solo de grandes tecnológicas. Ya se sabe que la inteligencia artificial generativa ha generado una suerte de efecto llamada desde que OpenAI puso en circulación hace más de un año ChatGPT y empezó a dar muestras de lo que era capaz de hacer. Hemos visto propuestas aplicadas a todos los campos.
Ahora también a las búsquedas. La idea parece haber convencido a algunos de los pesos pesados de Silicon Valley. Nvidia, el mayor fabricante de tarjetas gráficas del mundo; y el fundador de Amazon, Jeff Bezos, han sido algunos de los inversores de la última ronda de financiación de Perplexity AI.
Esta empresa de apenas un año de edad acaba de cerrar 74 millones de dólares para seguir avanzando en su propuesta de crear un buscador basado en inteligencia artificial generativa y competir tanto contra Google como contra Microsoft y OpenAI. Precisamente, el CEO de la compañía y uno de los cofundadores, Aravind Srinivas, es un ingeniero especializado en inteligencia artificial que trabajó en la compañía dirigida por Sam Altman.
Ahora, con 100 millones en su haber, la valoración se ha disparado por encima de los 520 millones. La cifra no es especialmente alta —se encuentra a medio camino de ser un unicornio— pero la rapidez en alcanzarla y los apoyos recabados han hecho que en los mentideros especializados se fijen en su propuesta. Nvidia o Bezos no son los únicos que han decidido pagar la fiesta de Perplexity. En la nómina de mecenas de la compañía se encuentran Nat Friedman, director ejecutivo de GitHub; o Tobi Lutke, CEO de Shopify; entre otros ejecutivos, fondos y emprendedores tecnológicos.
La pregunta en estos casos es la de saber qué es lo que ofrecen para que se les haya fiado esa cantidad de dinero. Pues básicamente lo que propone Srinivas es convertir las búsquedas de internet en una conversación con un chatbot con un aspecto similar a Bard o ChatGPT.
Al introducir la pregunta, el programa devolverá una respuesta elaborada con fuentes y referencias a modo de contexto. Según sus creadores, esto ayudaría a ahorrar tiempo.
"Los tiempos de examinar el spam SEO, los links patrocinados o visitar múltiples webs serán reemplazados por una forma mucho más eficiente de consumir y compartir información", escribió en un post oficial el CEO de la compañía, que asegura que su invento proporciona "precisión y transparencia" en una época en la que "desinformación y las alusiones de la IA" están generando inquietud.
Si uno se detiene en este producto, es probable que le cueste encontrar diferencias con lo que aporta Microsoft a través de Bing o lo que Google pretende lograr con Search Engine Generative, que actualmente se encuentra solo disponible en Estados Unidos para un grupo de testers. Y realmente no es tan diferente, al menos sobre el papel.
¿Qué ofrecen que no hayamos visto?
Ese parece el primer gran obstáculo para esta compañía. Que sea capaz de tener entre manos algo lo suficientemente diferencial como para mover a una ingente cantidad de usuarios desde sus buscadores tradicionales o las herramientas de búsqueda generativa que las compañías integren en dichos buscadores.
El boom inicial tras la integración de la tecnología de OpenAI en Bing se tradujo en unos 100 millones de usuarios activos adicionales en las primeras semanas. Sin embargo, los principales rankings no reflejan un gran aumento significativo en su cuota de mercado, a pesar de que Copilot está disponible para aquellos que usen su buscador y el navegador Edge a nivel mundial.
Perplexity pretende vivir de las suscripciones. Ofrece un modelo gratuito que incluirá opciones de personalización de las consultas (por ejemplo, que únicamente elabore las respuestas consultando en medios de comunicación o en publicaciones científicas). Pero los grandes privilegios los reserva para los que pagan mensualmente los 20 dólares para acceder al modelo Pro.
Les permiten, por ejemplo, acceder a herramientas de generación de imágenes o cargar documentos para realizar consultas y peticiones sobre dicho contenido. Los usuarios de pago pueden elegir qué modelo de lenguaje utilizan para generar sus respuestas. Pueden optar por la opción desarrollada por Perplexity, pero también pueden cambiar la configuración y optar por GPT-4 (OpenAI), Gemini (Google), Claude (Antropich), entre otros.
Aquí se presenta otro problema. El de conseguir que haya una audiencia lo suficientemente nutrida que esté dispuesta a pagar por algo que tienen gratis o a precio muy reducido en otras partes. Por mucho que conozcas Google y sus debilidades, es muy difícil hacerlo. Que se lo pregunten a Sridhar Ramaswamy. El que fuera vicepresidente de publicidad del buscador más conocido del mundo durante cinco años decidió en 2022 crear Neeva, una alternativa más privada y sin anuncios.
Llegó a recaudar 40 millones de dólares y lanzarlo en varios mercados, entre ellos España. Incluso fue uno de los primeros en integrar un prematuro sistema de búsqueda basado en inteligencia artificial.
El 'boom' inicial tras la integración de OpenAI en Bing se tradujo en unos 100 millones de usuarios activos adicionales en las primeras semanas
Su modelo de negocio era también el de cobrar una cuota mensual o anual a algunos usuarios que quisieran disfrutar de algunos beneficios como el gozar de una VPN sin ningún tipo de límite.
En junio de 2023 echó la persiana por la dificultad para lograr su objetivo. Dijeron que se centrarían en IA. Finalmente, aprovecharon las circunstancias y todo el hype en torno a esta tecnología para vender la compañía por 150 millones a la multinacional Snowflake.
Hay otros retos añadidos. Por ejemplo, el material que utiliza para entrenar su propio modelo o el que utiliza para generar las respuestas. Microsoft desde hace meses ofrece un servicio por el que cubre los gastos de defender a sus clientes en caso de que reciban una demanda por violar la propiedad individual al utilizar sus herramientas de pago. Los de Redmond, incluso, pagarían la multa en caso de ser condenados.
Esta red de seguridad es atípica, pero demuestra uno de los grandes problemas que se presentan a todas estas herramientas: la propiedad intelectual que utilicen para entrenar estos sistemas o el contenido que utilicen para generar sus respuestas. Todos los grandes jugadores han recibido algún tipo de demanda en los últimos meses. Desde Google y DeepMind hasta Meta o Stable Diffusion señalada por Getty Images ante la justicia británica por infringir el copyright.
El último en mover ficha ha sido el New York Times, que hace unos días acudió a los tribunales para denunciar a Microsoft y OpenAI. Según su versión, millones de artículos habrían sido utilizados ilícitamente para entrenar sus modelos de lenguajes.
Este año se presenta clave porque el resultado de estas batallas legales puede decantar la balanza de un lado y otro y poner límites a todas estas empresas, independientemente de su tamaño. En paralelo, hay que tener un ojo puesto en la legislación que se está desarrollando en todo el mundo y que puede suponer un freno añadido a estas empresas, que pueden verse obligadas a negociar y pagar una tasa a los creadores del contenido.
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