En los últimos años, China se ha vuelto más cara, cuenta con muchos más extranjeros y los chinos han mejorado su formación. En muchos sentidos, los extranjeros tienen hoy más dificultades para instalarse y prosperar en el país, sobre todo si se compara con los últimos 15 ó 10 años. ¿Se ha acabado entonces la fiesta para los extranjeros en China? ¿O sigue habiendo oportunidades en el gigante asiático?
Una reciente entrevista publicada por El País ha vuelto a poner de actualidad esta cuestión. En ella, el artista Judas Arrieta, que llegó a China en 2005 y ha decidido recientemente irse, afirma que “La edad dorada de China para los extranjeros ha terminado”. A lo largo del artículo, Judas Arrieta explica muchas de las nuevas dificultades que se presentan en China para los extranjeros, cuestiones que cada vez aparecen con más frecuencia entre los expatriados (de muchos otros países también) que viven (vivimos) en el país.
Para empezar, cualquiera que lleve algo de tiempo en China se habrá dado cuenta de que el país es cada vez más caro. Los precios de la vivienda (compra y alquiler) se han disparado y la inflación ha encarecido prácticamente todo. Hay que tener en cuenta que el Producto Interior Bruto (PIB) de China ha crecido en los últimos cinco años a una media del 7,8% anual, mientras que los ingresos de los ciudadanos en las ciudades ha aumentado en torno al 14%. Como es lógico, China hoy ya no es tan barato como lo era hace 10 ó 5 años.
Por otro lado, la gente que vive en China ha visto también como sus euros (o dólares, o la moneda que sea) se ha devaluado con respecto al yuan. A finales de 2008, con un euro se podían comprar 10 yuanes; en la actualidad, la cifra se ha reducido a 8. Esto quiere decir que la persona que cobraba 1.500 euros en 2008, por ejemplo, ha pasado de tener 15.000 yuanes en aquella época a tener 12.000 en la actualidad (siempre y cuando no le hayan reducido el sueldo en estos últimos años de crisis).
El encarecimiento de China lo están experimentando también las empresas, muchas de las cuales se están mudando al interior del país o se están yendo a otras regiones asiáticas. No sólo la mano de obra se ha encarecido, sino que muchas de las ventajas fiscales y otras ayudas con las que contaban anteriormente se han evaporado con el paso del tiempo. Un alto ejecutivo español me lo explicaba recientemente de la siguiente forma:
“Antes había prebendas a favor de las empresas extranjeras para instalarse aquí, y eso ha ido cambiando radicalmente con los años. Ahora no sólo no hay, sino que es un poco lo contrario”.
Lo que China ha hecho durante las últimas tres décadas ha sido intentar atraer de forma masiva al mayor número de empresas extranjeras. Una vez que el objetivo económico se ha cumplido, se ha promocionado la transferencia de tecnología y se han desarrollado empresas chinas… las compañías extranjeras han dejado de ser tan necesarias, y muchos de los antiguos incentivos han desaparecido. Algo similar se podría decir sobre los extranjeros en general.
Una buena muestra de ello son los recientes cambios en los visados. En el 2006, conseguir un visado de turista de tres meses y con múltiples entradas desde cualquier país europeo era pan comido. Los que querían quedarse más tiempo solían hacer una breve visita a Hong-Kong, donde en pocas horas se podían conseguir visados de negocios de seis meses o un año. En la actualidad, con la nueva legislación aprobada en julio de 2013, para el visado de turista se necesita presentar billete de ida y vuelta, alojamiento y un justificante del banco; en Hong-Kong, por su parte, al menos de momento, se han dejado de expedir visados de negocios.
A estas cuestiones se une la mayor presencia de extranjeros en China y la mayor formación de la propia población local. En la actualidad, China cuenta ya con profesionales de alto nivel capaces de realizar la mayoría de proyectos empresariales; las habilidades de muchos ingenieros, comerciales y profesionales técnicos foráneos eran imprescindibles hace 20 años… pero cada vez lo son menos. Al mismo tiempo, hace 15 años era complicado encontrar a extranjeros en muchas ciudades chinas… en el 2013, en muchos casos, se podría decir que la oferta de extranjeros sobrepasa a la demanda.
¿Es todo tan negro como lo pintan?
En realidad, este cambio de estatus de los extranjeros es tan sólo una muestra de la transformación económica y social que ha vivido China. El número de foráneos en el país ha seguido aumentando en los últimos años (al menos desde el año 2000), y lo hace básicamente porque sigue habiendo oportunidades. Como titulaba Tea Leaf Nation, “los extranjeros proliferan en China, pero son menos especiales”.
Si hace 10 ó 20 años, incluso en ciudades como Pekín o Shanghai, los extranjeros eran una gran novedad y despertaban el interés de los chinos… ahora la población local está tan acostumbrada que ya no les presta demasiada atención. Con el desarrollo de las clases medias chinas y el encarecimiento del país, ya no todos los occidentales que ponen un pie en China pueden considerarse ricos.
Sobre todo, no conviene perder de vista que las actuales dificultades de los occidentales en China se basan en unas décadas pasadas de excesivo protagonismo, ventajas y facilidades de todo tipo. En algunos casos, parecía que bastaba sólo con ser blanco para triunfar en el país (aquí una muestra). El actual estatus de los extranjeros en China tal vez sería mejor interpretarlo como una normalización que llega después de haber disfrutado de numerosos privilegios (impensables, por cierto, para los chinos que quisieran vivir en Europa o EE.UU.).
Por otro lado, la subida desorbitada de precios y la oferta de extranjeros están muy concentradas en algunas pocas regiones chinas (Pekín, Shanghai, Guangzhou y Shenzhen). Hay muchas otras ciudades (Xi´an, Zhengzhou, Kunming, Chengdu, Chongqing, Changsha, Wuhan…) donde los occidentales siguen gozando de cierto estatus, sus habilidades son requeridas y se puede vivir con poco dinero. Es aquí, en “esta segunda China”, donde los extranjeros pueden todavía vivir “su segunda edad dorada”.
La situación es sin duda más complicada que hace 10 años, pero comparativamente China puede todavía resultar un país atractivo para muchas personas. Instalarse en Pekín o en Shanghai sigue siendo muchísimo más barato que hacerlo en otras ciudades como Tokio, Londres, París o Nueva York. Conseguir un visado, que puede ser una pesadilla en otros países, sigue siendo factible desembolsando algo de dinero. China sigue presentando numerosas oportunidades comerciales (sobre todo en las zonas del interior); y la sensación de un país en movimiento, donde están pasando cosas, sigue intacta.
Nota: Respecto al tema de los extranjeros en China, conviene apuntar de dos cosas. Primero, que el porcentaje de extranjeros en China es muy pequeño: en un país de más de 1.300 millones de habitantes, se calcula que hay cerca de 600.000 extranjeros. Y segundo, que una gran parte de los extranjeros en China son asiáticos, no occidentales. Sólo entre surcoreanos y japoneses suman prácticamente un tercio del total de extranjeros en China.
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