martes, 12 de abril de 2011

Salma El Tarzi: "El único peligro en Egipto es la manipulación religiosa de las masas iletradas"

Foto from abc.com.au

Entrevista a la cineasta egipcia que nos explica sus vivencias en la acampada de la Plaza Tahrir.

Entre el 25 de enero y el 11 de febrero pasado, el movimiento anclado en la Plaza Tahrir del Cairo se hacía llamar 'La utopía de Tahrir'. Salma El Tarzi, cineasta egipcia de 33 años fue parte de la multitud que acampó los 18 días en la plaza, reclamando la dimisión de Hosni Mubarak. Salma ha participado en Madrid en un foro de la casa Árabe sobre las mujeres y ciudadanas árabes. Está presente físicamente en la capital española pero su mente sigue en El Cairo. "Estamos organizando otras manifestaciones allá porque somos conscientes de nuestra responsabilidad, y de lo frágil que es nuestra victoria". El consejo militar que gobierna transitoriamente hasta las elecciones legislativas de Septiembre organizó el pasado 19 de marzo un referendo para modificar 9 artículos de la Constitución de 1971. Una maniobra rechazada por la oposición: "La legitimidad de la revolución tiene que pasar por una nueva constitución", insiste Salma, comentando con euforia lo que pasa en su país.

Usted pasó toda su vida bajo el régimen de Hosni Mubarak. ¿Cómo vivió esos dos últimos meses de 'libertad'?
Pues estamos aprendiendo poco a poco. Lo que pasó en febrero fue lo más fácil y ahora viene lo más importante. Lo que veo es que aparecen muchos juegos políticos, y nos falta todavía mucha educación. Una educación que nunca tuvimos como pueblo, no hubo un política sana desde los años 50, incluyendo a Nasser. Había mucha inocencia e ingenuidad cuando estábamos en Tahrir. Por ejemplo, pensábamos que eso era la victoria. Sabíamos que iba a ser mucho trabajo, pero es al ver cómo sigue la cosa que vemos la tarea que queda.

¿Cómo se van organizando?
¿Quién?

Los jóvenes. Desde aquí hemos puesto el movimiento de la Plaza Tahrir bajo el mandato de los jóvenes…
Buena parte son jóvenes, pero son muy diversos. Es una edad, no es una organización. Unos van organizados; otros, no. Hoy existe una coalición de jóvenes pero ellos ya tenían sus partidos políticos o en movimientos antes del 25 de enero. De hecho, tuvieron un papel importante para la 'campaña' del 25 de enero. Pero creo que no podían imaginar lo que iba a pasar. No podían imaginarse una revolución. De hecho, así fue para toda la gente. Cuando bajamos a la calle fue bajo la mera expresión de la ira. Queríamos cambiar, no queríamos ser más humillados, ser más oprimidos. No teníamos un objetivo claro. Fue al final del 25 de enero que empezamos a cantar que el pueblo quería el final del régimen. No era lo que cantábamos por la mañana. Porque hasta el momento de llegar a Tahrir fuimos tan reprimidos por la policía...

¿Qué pasó?
Usaban la técnica de dividir a la gente. Yo tenía que ir de Schoubra a Tahrir, y cerraban unas calles, abrían otras, y nos quedábamos pequeños grupos y nos golpeaban con matracas. Luego te llevaban a la comisaría central. Pienso que por culpa o gracias a esta violencia, el movimiento tomó mucha fuerza.

¿Qué es lo que la hizo salir a la calle ese día?
Yo siempre tuve opiniones. Pero solo fui activa a nivel profesional, porque hago documentales. Era mi única manera de oponerme al régimen. Pero mi oposición era más bien cínica. Y cuando había movimientos, decía… no pasará nada, como siempre. El 25 de enero, a mediodía, una amiga me llamó para preguntarme si pensaba bajar a la manifestación, y yo le contesté que no lo sabía, que esperaría a ver si iba mucha gente. Si era como siempre y sólo había 200 o 300 personas, no bajaría. Y dos minutos después oí a la gente por la ventana, y bajé… y no volví a casa hasta 18 días después.

No fue la primera contestación…
No, durante los tres últimos años empezó a moverse. Hace cuatro años me manifesté por primera vez cuando querían modificar el artículo 76 de la Constitución, otorgando más poderes al Presidente.

¿Cuál fue la sensación al bajar a la calle el 25 de enero?
Era muy raro, pero sentía que a cada paso iba más determinada y no había una razón en particular para que participara. Pero al estar en el movimiento, me desperté.

Una vez en la Plaza, hubo días de enfrentamientos con la Policía. Tu hermano fue herido. ¿Hubo miedo y dudas?
No tuvimos tiempo de tener miedo, a veces sí había pánico. No era miedo sino una mezcla de cosas que no se pueden explicar, pero pienso que el instinto de sobrevivir era más fuerte. Después del 2 de febrero, la mitad de mis cabellos se volvieron blancos -risa-. Sí, yo tuve momentos de duda, durante unos segundos, el 2 de febrero, cuando vi heridos graves y no teníamos medicamentos y pensé "¿qué estamos haciendo?". El choque más grande no era que nos atacaban sino que sabíamos defendernos. Cuando bajamos el 25, creo que ninguno de nosotros podía saber que éramos verdaderos combatientes, luchadores y no meros manifestantes. Fue una lucha.

¿Qué mirada tiene sobre las luchas en Libia, Yemen…?
Es obvio que no se puede comparar lo que pasó en Egipto con lo que pasa en Libia. Lo que pasa en Libia es casi un genocidio. Lo que pasó en Tahrir, cuando atacaba la policía fue "un juego más limpio", en el sentido de que sabíamos quienes nos atacaban. Era todo claro.

¿Sufrió durante el régimen de Mubarak?
No era precisamente activa contra el régimen, entonces no tenía muchos problemas con él. Pero podemos decir que antes del 25 de enero, no hubiera podido llevar la medalla con la bandera de mi país. Sentía amargura. Estábamos oprimidos. Había un sentido general de falta de identidad y de futuro. Yo decía a un amigo unas semanas antes de la revolución "si no tuviera que pasear el perro por la mañana, no tendría razones para levantarme". Ni esperanza, ni ánimo. O muy limitados. Estábamos completamente perdidos. Y cuando veía un policía, tenía miedo.

¿De qué se hablaba en Tahrir?
Lo que pasó en Tahrir fue un modelo ideal de lo que una sociedad puede ser. La habíamos llamado la Utopía de Tahrir. En los 18 días que estuve, se hablaba un poco de política, pero mucho de organización, si faltaba agua, comida, etc. La necesidad impuso una buena organización. El instinto nos ayudó a organizarnos.

El 19 de marzo se votó por referendo, a favor de unos cambios en la Constitución, ¿qué nos puede decir de este primer voto?
Estábamos en contra del
referendo, organizado por el ejército. Íbamos en contra de la idea de modificar artículos de una constitución que supuestamente fue aniquilada por la revolución. La legitimidad de la revolución tiene que pasar por una nueva constitución. Hicimos una campaña contra el referendo y los Hermanos Musulmanes y el Partido Nacional Democrático intervinieron a favor. El PND ya estaba aquí y los Hermanos Musulmanes tienen ahora su partido. Es una ventaja para ellos organizar las elecciones lo más rápido posible para que no tengamos tiempo para formar otras fuerzas. Han empezado a llevar una campaña muy fuerte a favor del sí, hablando de la estabilidad, de la productividad y la religión. Hay un 40 % de iletrados en Egipto. Para la gente que no sabe lo que es una constitución si le dices que si vota sí, tendrá trabajo y se defenderá el Islam, pues te dirá que sí. Y los debates intelectuales como los nuestros no impactan. El cambio verdadero requiere de su tiempo.

¿Qué nuevos líderes aparecen?
Los que llegan ahora, los partidos liberales, la izquierda moderada, están montando un solo partido para hacer fuerza contra los Hermanos Musulmanes y el PND. Y del lado revolucionario siguen las manifestaciones. Porque de repente el ejército puso
una nueva ley contra las manifestaciones con penas de cárcel de 3 a 5 años, o multas. Este ejército es el mismo que nos dirige desde hace 60 años. Tantaoui y sus militares. En el mismo ejército hay divisiones entre pro y contra Mubarak.

¿Cuál sería el modelo de democracia para Egipto?
Lo ideal sería estado parlamentario, civil, laico. Tenemos que trabajar contra los Hermanos Musulmanes pero sin eliminarlos. Han formado parte de la revolución. Queremos un parlamento con una representación justa, con ellos. Pero que gobierne la mayoría. El único peligro es la manipulación religiosa de las masas iletradas.

¿Cómo usaron y usan las redes sociales en el movimiento de febrero?
Se decía que Twitter, Facebook, y las dos marcas de soda americanas eran los verdaderos héroes de la revolución –risas-. Cuando estábamos en la plaza o mirábamos Al Jazeera o Facebook y Twitter, tomábamos fotos, escribíamos textos, todos éramos reporteros. Todos. Cuando dijeron que todos éramos de los Hermanos Musulmanes, tomábamos fotos de todas las chicas como yo, con el pelo suelto.

¿Esa euforia con las redes sociales se puede concretar en un movimiento político?
Hay grupos organizados en la red, pero no va más allá…. Estamos aprendiendo y buscando una manera.

En Europa se están organizando estos días manifestaciones de jóvenes, convocadas por Internet, que toman como modelo su rebeldía…
¿Sí? Eso está muy bien. Es lo mismo que nos pasó cuando vimos que en Túnez se logró, fue como un choque. Vimos que sí, era posible.
Por Céline Gesret  from lavanguardia.es 11/04/2011

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