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Óvulo humano creado a partir de células de la piel.
(Laboratorio Mitalipov)
Este avance histórico podría abrir la puerta a tratamientos de fertilidad imposibles hasta ahora. El equipo de investigadores ha publicado sus resultados en la prestigiosa revista Nature
Un equipo de científicos liderado por investigadores de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón en Portland ha conseguido un avance que parecía propio de la ciencia ficción: generar embriones humanos a partir de células de la piel, sin necesidad de espermatozoides.
El logro, publicado en la prestigiosa revista Nature Communications, tardará al menos una década en convertirse en un tratamiento viable, pero los resultados ya suponen un hito sin precedentes en la medicina reproductiva.
“Esto permitiría que mujeres mayores o sin óvulos por cualquier motivo (por ejemplo, tras un tratamiento contra el cáncer) pudieran tener un hijo genéticamente relacionado”, explica la doctora Paula Amato, coautora del trabajo y profesora en la Escuela de Medicina de la Universidad de Oregón. “Además, permitiría a parejas del mismo sexo (dos hombres, por ejemplo) tener un hijo genéticamente vinculado a ambos”.
Cómo funciona
El procedimiento se basa en la transferencia nuclear de células somáticas, la misma técnica que en 1997 dio vida a la famosa oveja Dolly. Los científicos tomaron el núcleo de una célula de la piel —donde reside casi toda la información genética— y lo insertaron en un óvulo humano donado al que previamente se le había retirado su núcleo.
El reto consistía en reducir los 46 cromosomas de la célula de la piel a los 23 que debe poseer un óvulo normal. Para conseguirlo, imitaron los pasos de la meiosis (un tipo de división celular) con un proceso que bautizaron como “mitomeiosis”. Así lograron producir 82 óvulos humanos funcionales. Tras ser fecundados en laboratorio, surgieron embriones en etapas muy tempranas.
Según los datos que aporta el equipo en su estudio, menos del 9% de los embriones alcanzó la etapa de blastocisto, equivalente a 5 o 6 días de desarrollo posfecundación. Y todos resultaron cromosómicamente anómalos: tenían un número incorrecto de cromosomas o pares mal formados. “Estos embriones no podrían dar lugar a un bebé sano y probablemente dejarían de desarrollarse prematuramente”, explica Amato.
El director del Centro de Terapia Celular y Génica de Oregón, Shoukhrat Mitalipov, asegura que “en este momento sigue siendo solo una prueba de concepto y se requiere más investigación para garantizar eficacia y seguridad antes de su futura aplicación clínica”. Indicó además que perfeccionar la técnica podría llevar al menos una década.
¿Quién podría beneficiarse?
El potencial es enorme. “El grupo más grande de pacientes que podría beneficiarse serían las mujeres de edad materna avanzada”, señaló Mitalipov en declaraciones a The Guardian. Otro grupo clave serían mujeres que se quedaron sin óvulos por tratamientos agresivos de quimioterapia.
La posibilidad de usar células masculinas también está sobre la mesa. “En este estudio usamos células de piel femeninas, pero se podrían usar de hombres también. Podrías crear óvulos para hombres y, de ese modo, sería aplicable a parejas del mismo sexo”, añadió el investigador.
La reacción en la comunidad científica va desde la prudencia al asombro. “Todos los embriones eran genéticamente anormales. Por lo tanto, este enfoque no funcionará ni debe ofrecerse en el laboratorio de fertilización in vitro hasta que se hagan mejoras técnicas”, advierte para la CNN, Amander Clark, experta de la Universidad de California en Los Ángeles.
Otros son más optimistas que Clark y ven en esta noticia un descubrimiento transformador. Richard Anderson, de la Universidad de Edimburgo, dice que “la capacidad de generar nuevos óvulos sería un gran avance. Habrá preocupaciones muy importantes sobre seguridad, pero este estudio es un paso para ayudar a muchas mujeres a tener hijos genéticamente propios”.
Implicaciones y desafíos
El hallazgo se sitúa en un terreno éticamente delicado, ya que usa técnicas vinculadas históricamente a la clonación, estrictamente prohibida en muchos países. Aunque aquí los embriones contienen cromosomas de ambos progenitores y no son copias genéticas de una sola persona, la sombra ética y regulatoria es evidente.
Aun así, si los retos técnicos y de bioseguridad se resuelven, esta tecnología podría revolucionar la fecundación in vitro y ofrecer una salida a millones de personas con infertilidad severa. Pero, por ahora, los embriones creados son más un mapa hacia el futuro que una realidad clínica.
“Por primera vez, se ha demostrado que el ADN de células corporales ordinarias puede colocarse en un óvulo, activarse y reducir sus cromosomas, imitando los pasos especiales que normalmente crean óvulos y espermatozoides”, apunta el profesor Ying Cheong, investigador de la Universidad de Southampton que no ha participado en el estudio.