martes, 14 de octubre de 2025

Qué significa superar los límites planetarios y por qué nos atañe a todos

 


Las emisiones de CO2 siguen aumentando cada año 
(EFE/S.Akber)


La Tierra no da para más. Estamos agotando sus recursos y rompiendo los equilibrios que nos permiten habitarla. El embuste del crecimiento infinito en un planeta finito llega a su fin. ¿Lograremos evitar el colapso?



Los científicos que vigilan la salud del planeta y mantienen monitorizadas sus constantes vitales no dejan de alertar en cada uno de sus informes sobre el progresivo nivel de deterioro que sufre. Un deterioro directamente relacionado con la intensificación de la actividad humana, que se ha convertido en la fuerza dominante que configura el sistema terrestre.

Nuestro planeta tiene una alta capacidad de autorregulación para mantener las condiciones y los procesos que hacen posible la vida humana. Sin embargo desde hace siglo y medio, esa capacidad de respuesta, ese poder de adaptación, está cediendo ante la presión que ejercemos con nuestras actividades, a riesgo de traspasar puntos de inflexión críticos: los llamados límites planetarios.

La ciencia ha establecido nueve límites planetarios que deberían marcar las líneas rojas de nuestro desarrollo, o mejor dicho de nuestro actual modelo de desarrollo. Esos límites son: la crisis climática, el estado de la capa de ozono, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de los ciclos del fósforo y el nitrógeno, la alteración del ciclo del agua, los cambios de uso del suelo, la acidificación de los océanos, la carga de aerosoles atmosféricos y la introducción de lo que los científicos llaman ‘nuevas entidades’ en el entorno: desde los microplásticos hasta los organismos modificados genéticamente y todo tipo de químicos sintéticos.

Según los expertos, superar uno solo de estos umbrales podría afectar negativamente al conjunto del sistema terrestre, pues sabemos que los límites planetarios son interdependientes. Pero la humanidad hace caso omiso de las alertas. Actualmente hemos superado siete.

El último informe que advierte de ello es el elaborado por el Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático (PIK, por su acrónimo en alemán) en colaboración con la organización sin ánimo de lucro Planetary Guardians, que vela por dar a conocer los límites del planeta al conjunto de la sociedad y promover grandes alianzas para evitar traspasarlos.

Publicado hace tan solo dos semanas, el informe ‘Chequeo a la Salud Planetaria’ forma parte del proyecto de investigación Ciencia de los Límites Planetarios (PBScience), que realiza anualmente evaluaciones basadas en la ciencia con el objetivo de aumentar la conciencia ciudadana sobre el grave riesgo de seguir desatendiendo dichos límites y revelar hasta qué punto esta cuestión nos atañe a todos. Porque va más allá de la condición social, la situación económica o las creencias de cada uno: estamos hablando de las condiciones que hacen posible la vida de todos en nuestra casa común.

El informe de este año confirma que seguimos viento en popa más allá de los límites del cambio climático, el ciclo del agua o la pérdida de biodiversidad, entre otros. De hecho tan solo quedan dos sin superar: el de la capa de ozono, que sigue dando muestras de recuperación, y el de las concentraciones de aerosoles, sobre el que simplemente no tenemos datos. Por el contrario este año hemos sobrepasado por primera vez un nuevo límite, el séptimo: la acidificación de los océanos.

Según el último chequeo a la Tierra, el pH de la superficie del océano ha alcanzado un aumento de hasta un cuarenta por ciento respecto a la era preindustrial. Un proceso de acidificación que “sigue extendiéndose e intensificándose” a nivel global, y que tiene en el blanqueamiento de los corales un clarísimo bioindicador del deterioro que ya está sufriendo la vida marina. Pero hay muchos más.


El océano como señal de alarma

Sin alejarnos del gran azul, un artículo publicado esta misma semana en la revista Nature informa de otro valor alterado que podría agravar aún más el estado de salud del planeta: el recalentamiento del agua marina. Un factor añadido que amenaza con alterar los ecosistemas marinos, socavando sus recursos naturales (la mayor despensa de la humanidad) y privándonos de uno de nuestros mayores aliados en la lucha contra el cambio climático.


placeholderLos niveles de contaminación superan ampliamente los límites del planeta (S.Kader/EP)
Los niveles de contaminación superan ampliamente los límites del planeta (S.Kader/EP)

Como señalan los autores de este artículo, entre los que figuran investigadores de la Universidad de Miami, de la Universidad de Columbia Británica de Vancouver y del Instituto de Ciencias Oceánicas de Sidney, el océano desempeña un papel clave en el ciclo del carbono del planeta, pues actúa como un gigantesco sumidero que absorbe aproximadamente una cuarta parte del dióxido de carbono emitido por las actividades humanas.

“Una vez capturado el CO2 que emitimos con la quema de combustibles fósiles, actúa como una cinta transportadora -señala el artículo- enviándolo a las profundidades para acumularlo allí abajo”. Sin embargo el estudio en el que se basa este ‘paper’ demuestra que “esa cinta transportadora se atasca cuando la temperatura del agua es demasiado elevada, aumentando el riesgo de que todo el carbono retenido en el fondo de los océanos vuelva a la atmósfera”. Un efecto que podría agravar aún más el calentamiento global y que aporta una evidencia más a una verdad incómoda: la de que el planeta está en su peor momento desde que los seres humanos lo habitamos.

Pero todavía estamos a tiempo de reaccionar. Para el investigador Johan Rockström, director del PIK y profesor del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Potsdam, “aunque el diagnóstico es severo, aún hay posibilidad de curación”. En su opinión “el fracaso no es inevitable: el fracaso es una elección. Una elección que debemos y podemos evitar”. Y pone como ejemplo lo ocurrido con uno de los límites que aún se mantiene en valores seguros: el de la capa de ozono.

El freno a su deterioro y su posterior recuperación se deben en buena parte a la cooperación internacional y a los grandes acuerdos internacionales alcanzados para ello, como el exitoso Protocolo de Montreal. Se trata de tomar ejemplo y fomentar este tipo de alianzas para identificar las oportunidades de actuación, aplicarlas y adoptar un nuevo modelo de desarrollo compatible con los límites planetarios.