- Ambos países eran, legalmente, uno solo cuando Nobel murió
- Los noruegos destacaban como negociadores internacionales
Una de las grandes curiosidades históricas es el hecho de que los premios Nobel los entreguen academias e institutos en Suecia, pero el de la Paz lo entregue Noruega. Aunque Alfred Nobel nunca explicó sus motivos, esa decisión tiene mucho que ver con la situación política de ambos países durante la vida del químico, y podría haber sido muy diferente si Nobel hubiera vivido 10 años más.
En el testamento, Nobel ordena que los premios de física y química los entregue la Academia Sueca de Ciencias; el de medicina, el Instituto Karolinska de Estocolmo; y el de Literatura, la Academia Sueca de la lengua. La Academia de Ciencias, de hecho, se 'inventó' el Nobel de Economía en 1969, añadiendo un sexto premio a la lista que dejó el propio químico sueco en su testamento.
Pero el último premio que menciona, el de los "Campeones de la Paz", no lo entregaría ninguna institución sueca. En su lugar, sería "un comité de cinco personas nombrado por el Parlamento de Noruega". La propia fundación Nobel explica que no hay ningún motivo claro de por qué decidió que este premio lo entregaría un país vecino. Pero sí el contexto histórico del siglo XIX que da algunas pistas.
De entrada, durante la vida de Nobel, Noruega no era un país 'extranjero' para Suecia. Tras una breve guerra en 1814, Suecia había derrotado a sus vecinos y les había obligado a unirse políticamente a ellos, formando lo que se llamó "Reinos Unidos de Suecia y Noruega". Sobre el papel, ambas eran naciones separadas, con gobiernos y constituciones propias, pero con un mismo rey y políticamente co-dependientes. Una situación similar a la del Reino Unido de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, que son un único país con un Gobierno común, pero que cuentan con numerosas instituciones independientes, gobiernos nacionales con poderes locales, leyes y tribunales propios para cada nación y selecciones deportivas rivales.
La gran diferencia es que Suecia y Noruega no compartían gobierno, sino únicamente rey. En Suecia, el monarca tenía amplios poderes personales, mientras que Noruega era una democracia parlamentaria ya casi comparable a la de un país europeo moderno, con separación de poderes, en la que el Parlamento nombraba al Gobierno y limitaba el poder del Rey a un veto temporal a las leyes que no le gustaran. Los sistemas políticos eran tan diferentes, y los noruegos tenían tanto recelo a ser devorados por sus hermanos suecos, que no desaprovechaban la oportunidad de demostrar su identidad propia. Y, finalmente, en 1905, tras una crisis entre el Parlamento y el Rey, más del 99% de los noruegos (solo los hombres, ya que no había aún sufragio femenino) votaron a favor de la independencia, diez años después de la muerte de Alfred Nobel.
Pero en 1895, cuando Nobel firmó su testamento, ambas naciones eran, sobre el papel, un mismo país. Y, aparte del Rey, la única institución que compartían, y que Noruega no tenía de forma independiente, era el Ministerio de Asuntos Exteriores. Al votar su anexión con Suecia, el Parlamento noruego aceptó que su nación hermana gestionara la política exterior de ambos y renunció a tener embajadas propias. Precisamente, la decisión de nombrar cónsules noruegos, violando aquel acuerdo, fue una de las desencadenantes de la crisis política que desembocó en su 'divorcio amistoso'.
Pero la falta de política exterior independiente situó a Noruega en una situación peculiar: en una época de guerras, tensiones y divisiones constantes, no había ninguna voz noruega amenazando a nadie. El Gobierno noruego, de hecho, aprovechó esa falta de política exterior propia para ofrecer a sus diplomáticos 'no oficiales' para facilitar negociaciones de paz.
El resultado es que, a la hora de decidir quién daría el premio a los "Campeones de la Paz", Nobel acabó designando a una institución democrática, de una nación que técnicamente formaba parte de su país, y que se había labrado un nombre como un negociador para calmar las numerosas tensiones que azotaban Europa. Aunque nunca se conocerá su razonamiento en concreto, la decisión de designar a Noruega tiene todo el sentido.