sábado, 18 de octubre de 2025

¿Qué hacemos con esos amigos o amantes que parece que siempre pasan de todo?



Foto: iStock.



Analizamos con una psicóloga la dimensión de la personalidad de la desinhibición y si realmente vale la pena seguir pendiente de aquellas personas que siempre llegan tarde o toman decisiones unilaterales e inesperadas




Por fin tomaréis ese café que tenéis pendiente. Realmente tienes ganas de saber de su vida, pues hace años fuisteis inseparables. Una mudanza, un cambio laboral o una ruptura sentimental que os salpicó a los dos terminó por separaros. Vuestras rutinas hicieron el resto. Te ha manifestado varias veces las muchas ganas que tiene de volver a verte, pero de pronto, el día antes de la cita o, incluso, una hora antes, cambia completamente el plan. Al final no le viene bien el lugar ni la hora a la que habéis quedado. Puede ponerte una excusa más o menos plausible o, para no quedar mal con un pretexto manido, te propone otro día, otra hora, otro lugar. ¿Qué haces?

Vale, finalmente aceptas que ese día no vas a ver a aquella amistad del pasado. Pero, como sientes aprecio genuino por ella, le dices que os veis la próxima semana, que te diga un día, y confías en que finalmente se presente. Ella pone el sitio y el lugar, y cuando por fin se produce el encuentro, te das cuenta de que no viene sola: a su lado, dos antiguos compañeros del trabajo en el que estuvisteis juntas, a los cuales se acaba de encontrar y ha acabado convenciéndoles de unirse a vuestra quedada. ¿Cómo te quedas?

En otro tipo de situación, has planeado realizar un regalo conjunto para un amigo que se va a casar en breve. En vez de deletrear el IBAN de la invitación en la pantalla del móvil y enviarle el dinero correspondiente, habéis decidido colectivamente que vuestra manera de congratular a la pareja es invitarles a un viaje de fin de semana romántico para los dos. Está todo hecho y planeado, pero hay una persona en el grupo que se le ha "olvidado" poner el dinero. Argumenta que no, que él ya ha enviado el dinero a la cuenta bancaria que había en la invitación, cuando en un primer momento dijo que sí, que él participaba. Tenéis que recalcular el gasto de nuevo.

Estas situaciones que llevan al conflicto interpersonal vienen motivadas por un choque de rasgos de personalidad que resulta difícil de gestionar. Puedes llevarte muy bien con alguien, tener muchas cosas en común, desarrollar una relación estrecha y profunda con el paso del tiempo... pero si es un desastre a la hora de gestionar su propia vida o sus relaciones, y tú demasiado controlador y organizativo... ¿Tiene futuro el vínculo entre ambos o está abocado al fracaso?


"Las personas desinhibidas pueden ser etiquetadas como 'irresponsables' o 'vagas', pero eso no es lo mismo que ser mala persona"

"Hay un aspecto importante de la personalidad, la desinhibición, la cual se suele definir como la tendencia a comportarse impulsivamente, a asumir riesgos o a no cumplir con los planes y objetivos pactados", asegura Janan Mostajabi, estudiante de doctorado en psicología clínica de la Universidad de Michigan, Ann Arbor, en un reciente artículo publicado en Aeon. "Si tienes un amigo, familiar o pareja que suele hablar antes de pensar, actúa por capricho, se desentiende de los planes y, en general, parece seguir solo su corazón, podría deberse a su desinhibición".


Falta de cálculo, mucha inspiración

Todos podemos encajar a alguien de nuestra vida personal dentro de esta dimensión de la personalidad (que no rasgo) descrito por Mostajabi. La desinhibición sería lo opuesto a la escrupulosidad, que viene definida como la capacidad de persistencia y orientación a objetivos de una persona. Los desinhibidos son esa clase de personas que parecen solo seguir a su instinto, tomar decisiones rápidas e inesperadas, actuar antes de pensar o moverse según sus propias percepciones. Les falta cálculo y les sobra inspiración. En su vertiente negativa, les aplicaríamos el adjetivo de "interesados", aunque en realidad esta actitud va más allá porque muchas veces sus acciones o decisiones atentan contra sus propios intereses.


"Las consecuencias de sus actos son tan frustrantes para ellas e incluso más para quienes las rodean"

Mostajabi realizó una investigación junto con su colega Aidan Wright para tratar de definir esta dimensión de la personalidad que la psicología pasa frecuentemente por alto. Y sí, descubrieron que son personas con un alto nivel de desorganización en todos los aspectos de sus vidas, desde el doméstico al laboral, pasando por el afectivo o relacional. "Debido a ello, las personas desinhibidas pueden ser etiquetadas como 'irresponsables' o 'vagas', pero eso no es lo mismo que ser mala persona", avisa el doctorando. "Son más propensas a comportamientos impulsivos, y aunque puedan parecer imprudentes u ociosas, lo cierto es que no pretenden ser así. Las consecuencias de sus actos son tan frustrantes para ellas e incluso más para quienes las rodean".

El académico compadece así en su texto a esta clase de personas. Incluso, llega a afirmar aspectos positivos de la desinhibición, como ser más creativos o poder vivir experiencias más emocionantes e inesperadas. Algo con lo que no está de acuerdo la psicóloga española Mónica Pereira, a quien hemos preguntado por ello. "No es sano validar este tipo de conductas, como si fuera algo que hay que aguantar o permitir", opina. "Son personas que solo miran hacia lo que les apetece, a lo que tienen enfrente en el momento, pero luego son incapaces de mirar hacia sus laterales. Entonces, no perciben las consecuencias de lo que han hecho o dejado de hacer. En cuanto a lo de ser más creativos o vivir experiencias más emocionantes... está claro que si no pones límites es más factible que llegues a situaciones a las que nadie ha llegado. Pero también es más probable que te pegues más 'zurriagazos' que cualquier otro".


Se junta esa búsqueda constante de dopamina con la percepción narcisista de que ellos van primero, más aún si se les justifica con una etiqueta psicológica

Pereira menciona estudios que relacionan la conducta desinhibida con una merma en el desarrollo del lóbulo prefrontal, la zona del cerebro que rige la conciencia y la toma de decisiones. "La adolescencia es el período vital en el que nos damos cuenta de nuestros límites o de hasta dónde podemos llegar", explica. "En el lóbulo prefrontal llega toda la información de lo que experimentamos junto con nuestros valores, creencias, expectativas, y según eso tomamos decisiones. Más allá de una desinhibición patológica, que exista este rasgo de personalidad, denota poca tolerancia a la frustración. Como no ponen tantos límites y ven divertido tener experiencias nuevas, acaban teniendo en la edad adulta conductas que son más propias de la adolescencia".


"No se puede disfrazar de rasgo de la personalidad algo que simplemente es mala educación"

Otro aspecto que Pereira menciona y que puede influir en una personalidad de corte desinhibido es la posibilidad de que la persona en cuestión tenga una dificultad mayor para procesar la dopamina. "Necesitan experiencias que les den el subidón de dopamina, pero como es un bienestar muy cortoplacista, pueden acabar desarrollando una necesidad de estimulación constante debido a ese déficit dopaminérgico", asevera. "Se junta esa búsqueda constante de dopamina con la percepción narcisista de que ellos van primero, más aún si se les justifica con una etiqueta psicológica o se les excusa admitiendo que ellos son así y no van a cambiar".


En busca del equilibrio

En último término, ¿qué hacemos con las personas desinhibidas? Como recalca Pereira, siempre merece la pena esforzarse en encontrar un equilibrio o punto medio. Hay cosas que no se pueden cambiar, eso es cierto, porque a medida que crecemos la personalidad y nuestra forma de hacer las cosas se va consolidando. Sin embargo, sí que se puede dar con un punto medio si la otra persona reconoce esta manera de proceder y el perjuicio que causa a su entorno, a la par que también intentar ser un poco más flexibles en caso de vernos a nosotros mismos como más controladores y organizativos.

Lo que no es admisible, según Pereira, es que la persona se escude en que la desinhibición es su forma de ser y no puede revertir muchas de sus actitudes. "No se puede disfrazar de rasgo de la personalidad, algo que simplemente es mala educación", afirma, tajante, la psicóloga. "Tú no tienes que sufrir desplantes o cambios de planes imprevistos solo porque a esa persona no le ha dado la gana presentarse. Ella tiene todo el derecho del mundo a decidir qué hacer, pero lo correcto es, como mínimo, avisar con tiempo de sus decisiones de última hora. Todas las cosas que hacemos tienen consecuencias, y por ello está bien poner límites". Por último, Pereira pone el ejemplo de esperar a alguien para un viaje: "Tú eres quien decide si perder el avión o quedarte para abroncar al otro por llegar tarde".